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Una propuesta diferente

Trump abre la puerta a una nueva guerra entre afganos

Del escepticismo inicial tras conocer el acuerdo con EE.UU., en las calles de ciudades como Kabul se ha pasado al miedo a que vuelvan los años del Emirato Islámico que rigió el país entre 1996 y 2001

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«La retirada comienza hoy», declaró Donald Trump tras la firma del acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes en Doha el 29 de febrero. La orden entró en vigor 24 horas más tarde y empezó el repliegue de los primeros soldados estadounidenses, el comienzo del fin de una guerra de 19 años en la que han sufrido 2.400 bajas. De forma paralela, mientras que Washington hablaba de «acuerdo de paz», los insurgentes anunciaron que ponían fin al periodo de «reducción de violencia», que respetaron durante la semana anterior al acto en Qatar, y reanudaron sus ataques contra las fuerzas afganas. Hay un acuerdo entre talibanes y estadounidenses para la retirada de las tropas internacionales en un plazo de catorce meses, pero eso no significa que la guerra haya finalizado. La nueva yihad talibán ya no es contra «extranjeros infieles», ahora tiene como objetivo otros afganos tan musulmanes como ellos.

Del escepticismo inicial tras conocer el acuerdo, en las calles de ciudades como Kabul se ha pasado al miedo a que vuelvan los años del Emirato Islámico que rigió el país entre 1996 y 2001. «Hay una broma que circula en el país: si quieres estar a salvo de cualquier ataque, estate cerca de una base de Estados Unidos», apunta el analista afgano Emran Feroz, para quien «los talibanes y Trump son los claros ganadores de este acuerdo. Los primeros han logrado todo lo que pedían y el segundo podrá pasar a la historia como el presidente que acabó la guerra más larga de la historia de su país, aunque para nosotros no ha terminado. El Gobierno de Kabul es el perdedor porque los talibanes nunca lo reconocieron y Washington se lo permitió, ahora está muy debilitado». Una victoria que los insurgentes celebraron con movilizaciones en los lugares que controlan.

Dos «presidentes»

 

Durante los 18 meses de negociaciones, Estados Unidos se plegó a la exigencia talibán de no aceptar en la mesa la presencia de un Gobierno de Kabul al que consideran una «marioneta» de la comunidad internacional. Uno de los miembros de la delegación en Doha, Sher Abbas Stanakzai, fue aun más contundente y declaró que «no hay Gobierno» porque «las elecciones no fueron transparentes y la participación fue muy baja».

El pulso personal entre Ashraf Ghani, actual presidente y ganador en los comicios según los datos oficiales, y Abdula Abdula, primer ministro y aspirante a la presidencia que acusa al ganador de fraude, alienta aun más a unos islamistas que han cerrado filas en torno a sus dirigentes para negociar desde una posición de fuerza. Esta división interna en Kabul quedará patente en las próximas horas si ambos dirigentes llevan adelante sus planes de celebrar dos ceremonias de investidura paralelas. Afganistán se convertirá en el primer país del mundo con dos presidentes en el momento en el que más necesita un liderazgo unido.

Liberación de presos

 

Uno de los puntos del acuerdo recoge la liberación de 5.000 presos talibanes antes del inicio del diálogo entre afganos, pero Ghani ya ha mostrado su oposición a esta medida, lo que ha enojado a los insurgentes. «Si Kabul acepta dar este paso antes de la negociación, pierde su carta más importante y lo hace a cambio solo de la promesa de comenzar el diálogo», opina Thomas Rutig, miembro de Afghanistan Analyts Network y autor de un extenso análisis sobre el acuerdo y sus consecuencias.

Los talibanes presionan cada día y sus portavoces insisten en que ya están listos para comenzar el diálogo, pero antes quieren ver a sus 5.000 compañeros en la calle. Han pasado de «terroristas» a ser etiquetados de «gente dura que defiende su país», según las palabras que les dedicó Trump en una conversación telefónica de 35 minutos con el mulá Baradar, uno de los fundadores del grupo. «Hemos tenido una buena conversación y hemos acordado que no haya violencia, que no queremos violencia, veremos qué ocurre», explicó el presidente a los periodistas tras una llamada que aclaró a los afganos de a pie la opinión de Trump sobre el movimiento islamista.

«Si realmente mantuvo esta conversación de 35 minutos después de haber firmado el pacto, se puede decir que el Gobierno de Estados Unidos en este momento tiene mejores relaciones con los talibanes que con Ghani», reflexionó en Twitter, Michael Kugelman, número dos del Programa de Asia del Wilson Center de Washington. Para Kugelman, «considerar este pacto como un ‘acuerdo de paz’ es tan erróneo como cuando la gente describía el ‘Born in the USA’ de Springsteen como una canción patriótica pro Estados Unidos».

Desde el final de la misión de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés), que acabó en 2014, quedan unos 22.000 soldados extranjeros desplegados en el país en el marco de la operación «Apoyo Decidido», 14.000 de ellos estadounidenses. Según el texto acordado, los primeros 5.400 estadounidenses saldrán en un plazo de 20 semanas y el resto en catorce meses. La retirada se habrá consumado y la guerra volverá a ser entre afganos.

Fuente: ABC

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